Escenas de la película "Giordano Bruno" del Dir. Giulano Montaldo (1973)
[Ponencia realizada por Genaro Tolosa Vizcarra, presentada en el 1er. Encuentro de Estudiantes de Filosofía, el cual se efectuó del 7 al 8 de junio de 2011 en el Auditorio de Humanidades de la EFyL de la UAS]
Pasiones, sucesos orgánicos y mentales que explican bastante del porqué de nuestro comportamiento. ¿Qué papel juegan en el cómo poder ser felices argumentado por Bruno? Trato de explicar la razón del título que he elegido para este escrito, escrito motivado por mis lecturas acerca de las preocupaciones morales y metafísicas de este gran pensador renacentista. Partiré del escrito “Sobre el infinito universo y los mundos” para entender preliminarmente lo que él entendía por pasiones desde su pensamiento metafísico. Luego abordaré la valorización y consideración que tenía Bruno en “Los heroicos furores” de las pasiones, ahí son parte fundamental y determinante en la búsqueda de la felicidad. Ante tal situación, ciertos cuestionamientos me han asaltado, siendo mi duda principal el comprender cómo interviene la facultad racional en el desenvolvimiento pleno y apasionado de la vida, en la búsqueda de la felicidad por parte del ser humano, según los testimonios escritos que he leído y que citaré del Nolano[1].
He consultado dos obras propias de Bruno: “Sobre el infinito universo y los mundos” y “Los heroicos furores”. La primera obra la clasifican los expertos dentro de sus “diálogos metafísicos”, siendo la segunda obra parte de sus nombrados “diálogos morales”. “Sobre el infinito universo y los mundos” es una obra fascinante. Ahí Bruno muestra toda su capacidad imaginativa para persuadirnos de las consecuencias morales de la revolución científica y social de su tiempo. Como su título lo sugiere, ya no era tiempo de concebir al mundo limitado por construcciones mentales, tales como esferas con planetas y estrellas incrustados orbitando el centro del universo, nuestra Tierra, ¡no!, ya eran otros tiempos, la Tierra revelaba nuevos continentes e irrefutable ya era su esfericidad, hasta el Sol se pretendía verlo como el nuevo eje universal. Nuevos conocimientos e instrumentos desmentían poco a poco la cosmología tradicional. La ciencia se metía de lleno en una profunda crisis, así también el orden moral que se legitimizaba gracias a las concepciones tradicionales. Bruno no quiere desaprovechar los tiempos convulsos en que vive, en plena Contrarreforma, da las buenas nuevas concibiendo un universo sin límite y con innumerables mundos, para afirmar luego las consecuencias de su concepción del mundo, la cual plantea una pasión natural por vivir:
[1] Este escrito está inspirado y se ha apoyado en el texto “Giordano Bruno: el arrebato de las pasiones” de Ernesto Priani Saisó. Véase en F. Bizzoni y M. Lamberti; Palabras, poetas e imágenes de Italia; FFyL UNAM; México; 1997.
[2] Bruno, Giordano; Sobre el infinito universo y los mundos; Introducción.
G. Bruno: "A la proporción, semejanza, unión e identidad del infinito no te acercas más siendo hombre que siendo hormiga".
ResponderEliminarSin duda alguna un pensamiento revolucionario el del camarada Bruno =D...radical sobre todo...pero a veces he pensado que solo con radicalidad, se consiguen ciertas cosas...
ResponderEliminarPD: con esa frase, se suma al club de los que abogan por el limite de conocimiento...o cómo ves Genaro ¿?
Sí... también lo interpreto al igual que tú... según por lo que entiendo, hasta ahorita, para Bruno la Naturaleza se manifiesta de manera infinita, pues es puro devenir... su Dios impersonal e inmanente es el fundamento de ese devenir, es la esencia de todo lo que se manifiesta, esencia que también es ilimitada... los seres humanos, siendo tan finitos, sólo pueden tener ideas aproximadas acerca de la complejidad que impera en la Naturaleza (ámbito nouménico), tales aproximaciones son gracias a la sintetización mental de lo que les es patente mediante los sentidos (ámbito fenómenico)... aunque lo que le interesaba, tal vez, más a Bruno era el goce peculiar y espiritual humano de concebirse en unión con la Divina Naturaleza...
ResponderEliminarMuy buen trabajo, aunque me pareció muy gracioso los ejemplos que pones de un individuo que solamente sigue sus impulsos y que no se guía de acuerdo con la razón, los cuales no son partes de un individuo sano. Me llamo mucho la atención la forma en la que reconoce a las pasiones como lo que pone en movimiento al individuo y a la razón como la que conduce.
ResponderEliminarPor cierto deja de leer a Aristofanes jaja
Dewey, Hegel, incluso también Spinoza, al igual que Bruno, ven en las pasiones predisposiciones a actuar de los individuos al interactuar con una exterioridad incitante... no las ven como algo malo en sí, sino que critican a los individuos "desequilibrados", aquellos que no tienen la capacidad de zafarse de conductas impulsivas autodestructivas... Hegel bien lo dijo: "nada grande se ha realizado en el mundo sin pasión"... y en cuanto a dejar de leer de vez en cuando a Aristófanes, no puedo, soy un esclavo de tal pasión, jajaja...
ResponderEliminarjajaja pero se debe tener cuidado con las pasiones, ya que estas pueden llegar a conducirnos al desastre. Las pasiones no son fieles seguidoras de la razón, hay pasiones que coinciden con la razón o que la fuente de ellas esta en esta, sin embargo no todas las pasiones tienen una deliberación previa. entonces parece que en algunas situaciones se da una confrontación pasión v. s. razón
ResponderEliminarSí... de acuerdo... hay momentos en que tenemos pasiones que nos dirigen hacia comportamientos inconvenientes y hasta autodestructivos... por lo tanto, se llega a la necesidad de ese enfrentamiento: razón vs pasión, donde no hay de otra que reprimirnos... lo que critica Bruno, respecto del cristianismo de su época, es la esencia represora de la razón religiosa, que todo impulso natural lo ve malo por sí mismo, de quedarse solo en la represión de los impulsos, sin darse cuenta que de lo que se trata es de redirigir tales impulsos hacia un equilibrio psíquico en el individuo... los instintos no son malos, sino su desequilibrado uso, y para armonizarlos hay que sobretodo educarnos, disciplinarnos, y no tanto castigarnos, y no tanto reprimirnos...
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