sábado, 6 de octubre de 2012

La felicidad: como fin último del ser humano

[Escrito realizado por Francisco Valenzuela Fuentes]

Introducción

¿Cómo puede el hombre alcanzar la plena felicidad?

En este breve ensayo se indagará de cómo el hombre, puede alcanzar la felicidad. Una felicidad alejada de todo placer terrenal, como fuera de él. También se analizarán los factores importantes que influyen en la obtención de dicho bien, cómo son los valores morales, y la manera que estos influyen en el comportamiento de el ser humano, así como también lo hacen en el interactuar diario de este con los demás entes de razón.

El hombre por naturaleza tiene la capacidad de aprender, y de desarrollar su intelecto por medio de actos, independientemente si son buenos o malos. Pero para poder alcanzar la meta anhelada, tendrá que saber discernir ambos y dejar a un lado a los segundos. La felicidad, pues, solo podrá ser alcanzada por medio de actos justos, los cuales al momento de aplicarlos diariamente lo irán convirtiendo en un hombre virtuoso, y al convertirse este individuo en virtuoso, será porque habrá hecho un buen uso de la razón, convirtiéndose a la vez en sabio. La cual lo llevará hacia la contemplación, alcanzando esta habrá llegado al final de su propósito, el bien supremo, es decir, habrá obtenido la felicidad plena.


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El motivo de este ensayo, tiene la finalidad de darnos una idea de cómo el ser humano puede alcanzar la plena felicidad en esta vida. Es por eso que se indaga aquí los factores favorables que le permitan alcanzar dicha felicidad, tomando en cuenta que en el trayecto hacia su meta, pueda encontrar también factores negativos que lo desvíen de tan anhelada búsqueda del bien supremo: la felicidad.

Uno de esos factores, sería llevar una vida con conducta inadecuada, referente a esto, el individuo se comporta incorrectamente en una sociedad, ya que el individuo se preocuparía por estar bien en este mundo, sin importarle cómo vive, olvidándose de sí mismo, y por supuesto qué le traería satisfacciones, estaría a gusto, contento y se podría llamar un hombre feliz, por las obras qué él llevara a cabo por satisfacer a los demás, olvidándose de su yo interno, estará tan metido en esos actos que no podrá darse cuenta qué tal vez las obras de los demás no dejan en el absolutamente nada nuevo, ya que cada obrar es muy distinto al otro.

Como lo dice Giovanni Reale: “El bien del hombre solo consistirá en la obra que es peculiar de él, es decir, en la obra que él y solo él sabe desarrollar, así como, en general, el bien de cada una de las cosas consiste en la obra que es peculiar de tal cosa. La obra del ojo es ver, la del oído es oír, etc.”...[1]

Pero afortunadamente, esta no es la felicidad que se persigue, y mucho menos es la idea que se trata de generar en este escrito. Tomemos en cuenta que el hombre en su debilidad o en su fortaleza, es capaz de aceptar, o en su defecto rechazar situaciones que no le permitan el bien vivir, por eso insiste, y no deja de luchar, haciendo cosas inimaginables para lograrlo, lo malo es que no todos lo logran y si lo llegaran a realizar, no se podría decir que son completamente felices, ya que por lo general siempre falta un pequeño esfuerzo, o un empujón, por así decirlo, para obtener la plena felicidad. Pero no por este pequeño tropiezo deja de luchar, es como decir, que dicha acción que al individuo le sale mal y no le permite continuar, la pule, la refuerza, hasta lograr su perfección.

El individuo al estar ya embarcado en la búsqueda de este bien supremo, como lo es la felicidad, debe principalmente obtener un comportamiento moral aceptable, y esto solamente se consigue con la práctica de las buenas acciones, las cuales le permitirán ser una buena persona y lo lleva a ser respetado ante los demás. Este individúo sabrá distinguir entre la idea del bien y la del mal, logrando así como ya se dijo, un comportamiento más adecuado, para sí mismo y sus semejantes. Podíamos decirlo en otras palabras, en que el individuo al realizar actos moralmente buenos, lo llevarán a realizar una vida plena y satisfecha, y lo conducirán por el camino a alcanzar el bien supremo, la felicidad.

Como lo dijo Aristóteles: “(…) Con todo, en la medida en que tal hombre vive en cuanto hombre y convive con los demás, ha de optar también por practicar los actos correspondientes a la virtud moral, y consecuentemente tendrá necesidad de aquellos bienes para vivir según su condición de hombre”…[2]

Y realmente es cierto, porque analizándolo bien, cada cosa que el hombre hace produce un efecto en el mundo exterior al igual que en las demás personas, en su pareja, hijos, familia, y dichos efectos lo ayudarán, o lo perjudicarán en las metas que se haya propuesto, porque al final de cuentas, la felicidad es el fin que todo ser humano tiene en común, y se esfuerza para lograr dicho fin, tomando en cuenta, que esta, como ya se dijo, va ligada a principios éticos y morales.

Pues bien, todo ser humano tiene como fin último alcanzar su felicidad. Esta, es considerada como el bien perfecto, la cual es dignamente elogiada por el hombre. Y para que este pueda comprender este bien supremo, primero tendrá que llegar a entender y analizar, en qué consiste el bien para cada uno, pero, intentar iniciar esta búsqueda, probablemente se le convertirá en una misión casi imposible, ya que en primer lugar tendría que preguntarle a cada ser humano sobre la faz de la tierra cómo es que ellos alcanzan la felicidad. Y en segundo, sería algo ilógico hacer este tipo de cuestionamiento, debido a que cada individuo tiene una forma de vivir la vida muy distinta a los demás, es decir, que cada quien tiene una manera distinta de percibir la felicidad... (ir al documento completo)

[1] Reale, Giovanni, Introducción a Aristóteles, Herder, Barcelona, 1985, P.100. 
[2] Aristóteles, Ética Nicomaquea, Porrúa, México, 2004, P.190.

1 comentario:

  1. Muy buen ensayo, pero desgraciadamente en la realidad no queremos entender que es tan fácil ser feliz, al contrario parece ser que buscamos nuestra autodestrucción. Saludos

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