miércoles, 28 de diciembre de 2011

San Agustín y el destino

[Escrito realizado por Rafael Salazar Prieto]

Introducción

En este modesto ensayo, pretendo tratar el problema del destino en san Agustín y posteriormente, relacionarlo con dos posturas, la de Leibniz, en su escrito de juventud La profesión de fe del filósofo, y la de Schopenhauer, para poder determinar si hay destino o no en san Agustín.

1-    San Agustín y su ambigua postura

San Agustín retoma ideas de los platónicos y como es sabido, les da un sesgo cristiano. Partiendo de la idea de un solo Dios, construye su postura ante el destino.

Tomando en cuenta que san Agustín parte de las ideas platónicas, quisiera hacer un contraste con un par de citas de Platón en boca de Sócrates, para de ahí partir rumbo a la postura de san Agustín. La primera cita dice: “Pasaremos felizmente el río Leteo y libraremos nuestra alma de toda mancha. Por tanto, si quieres creerme, convencidos de que nuestra alma es inmortal y de que, por su naturaleza, es capaz así de todos los bienes como de todos los males, seguiremos siempre por el camino que lleva a lo alto, y nos dedicaremos con todas nuestras fuerzas a la práctica de la justicia y la sabiduría”. (Platón, Diálogos, Porrúa, México, Libro 13B, p. 245).

Con estas palabras Sócrates advierte sobre el alma inmortal que reencarna, pero antes de tomar su cuerpo, cruza por las aguas del leteo y olvida todo. Esto lo limpia de toda mancha, y aunque su naturaleza puede tender por igual al bien como al mal, le permite actuar con justicia y sabiduría.

Lo anterior lo menciona al final de La República, y podríamos decir, que deja al hombre que –independientemente de sus vidas pasadas– pueda elegir libremente y forjar su destino. Pero, si ahora citamos lo que dice en el Fedón, las cosas cambian. “Pero ¿qué pensáis de lo que os he dicho de que aprender no es más que recordar, y por consiguiente, que es necesario que nuestra alma haya existido en alguna parte antes de haberse unido al cuerpo?”  (Platón, Diálogos, Porrúa, México, Libro 13A, p. 578).

Ese recordar suena algo contradictorio si tomamos en cuenta que antes de entrar al cuerpo, el alma pasó por las aguas del Leteo y olvidó todo, lo que a su vez le dio la posibilidad de hacer un cambio en esta vida. Recordar sería en este caso, volver a lo mismo y por lo tanto, quedaría predestinado.

A san Agustín le pasa algo parecido, incluso cuando menciona en La ciudad de Dios la expresión “¡Qué prudente deliberación fue encomendar la conservación de roma a los dioses troyanos, después de haber visto por experiencia lo que pasó con Troya!”  (San Agustín, La ciudad de Dios, Porrúa, México, p. 68) argumentando que la caída del imperio romano se debió al hecho de adorar dioses caídos.

De entrada, aquí san Agustín alude a una predestinación por medio de la elección de sus dioses. Por lo menos en este caso, el imperio romano causó su destino por una mala elección, pero no es un destino en el sentido estricto de la palabra. No por lo menos en el sentido de ser impuesto y necesario, y no elegido y provocado... (ir al documento completo)

3 comentarios:

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  2. Según por lo que dicen San Agustín y Leibniz, entonces, tu estabas destinado a publicar tu escrito aquí en "Blogos" y yo a leerlo... ¡bueno!, voy a aprovechar al destino para hacer un comentario, jajaja... mmmmmm... no me parece que haya contradicción con eso del paso por el Leteo y la teoría de la reminiscencia, pues el paso por el Leteo quita las manchas adquiridas en la vida, no borra todo lo contenido en el cassette, así lo entiendo... me gusta la postura de Leibniz, eso de que el libre albedrío muestra la capacidad de tener tantas posibilidades en nuestras decisiones, aunque para él la decisión que tomemos está determinada de antemano... como que hablar del destino en cuanto al comportamiento humano (sobre todo) y de todo ente, habido y por haber, me parece muy difícil de afirmar... decir destino, no saberlo de antemano y no corroborarlo después, esa no es manera de afirmar que hay destino...

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  3. Es cierto, es difícil hablar del destino sin tener prueba de ello. Muy buena observación sobre lo del río Leteo, es cierto que se borra todo lo de la vida pasada, pero toda idea como tal queda intacta, sólo hay que recordarlas.
    Con respecto a comprobar que un destino determinado existe, me gusta el caso de Edipo rey, donde el oráculo de Delfos muestra lo que ocurrirá, pero lo paradójico del asunto es, que al tratar de evitarlo se cumple. Lo que me resulta interesante son las preguntas que se pueden hacer al respecto como: ¿Era parte del destino que trataran de evitarlo y que por ello se cumpliera?, de no haber hecho nada ¿se habría cumplido?, de no haber sabido lo que pasaría ¿hubiera pasado?, el oráculo de Delfos ¿mostró el destino o lo marcó?...
    Lo curioso del asunto es, que acompañado de aquel saber sobre el destino, hay algo que se ignora: que es inevitable (como en el caso de Edipo rey, que trataron de evitarlo). En caso de que hubiera un destino para cada uno de nosotros, sería mejor ignorarlo. Saber que algo ocurrirá y no poder cambiarlo, le quitaría sentido a nuestra existencia.

    ¡Gracias y saludos Genaro!

    Que el destino nos favorezca.

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