[Escrito realizado por Genaro Tolosa Vizcarra]
A ver, San Anselmo de Canterbury, tú nos dices implícitamente esto en tu argumento ontológico:
1.- Dios es ese ser del cual nada más perfecto puede ser pensado, independientemente de que comprendamos el concepto de Dios o no.
2.- Nosotros, los no creyentes de los dioses de las religiones, deberíamos aceptar que sí, según tú, pues no podemos negar que está en el entendimiento de todos, aunque no lo comprendamos, aunque no lo queramos aceptar en la realidad, por lo tanto al menos tenemos que admitir que sólo se cumple esto para el entendimiento, es, pues, un pensamiento verdadero sólo para el entendimiento.
3.- Pero, si en la realidad nos atreviéramos a decir que hay algo más perfecto que puede ser pensado en vez de Dios (Universo, Naturaleza, por ejemplo), entonces estaríamos pensando, en el entendimiento obviamente también, que Dios no es ese ser del cual nada más perfecto puede ser pensado.
4.- Habíamos aceptado, supones tú, como verdadero el concepto de Dios sólo para el entendimiento, pero mediante la última reflexión estaríamos contradiciendo esta dizque verdad, ésta última reflexión sería falsa entonces, ya que supusimos gracias también a nuestro entendimiento que había algo pensable más perfecto en la realidad en vez de Dios, por lo tanto, tanto en el entendimiento como en la realidad, Dios es una verdad.
5.- Y si de Dios se dice que es una verdad para el entendimiento y la realidad, entonces, dices tú, Dios debe existir.
A mí no me convencen, por completo, tus valiosísimas construcciones lógicas y retóricas, ni a Kant, pues están aisladas de la interacción con el mundo de los sentidos, veamos este contraargumento retomando tu andamiaje lógico:
1.- Dios es ese ser del cual nada más falso puede ser pensado, independientemente de que el concepto de Dios sea comprendido o no.
2.- Ustedes los teólogos (sean de la religión que sean), deberían aceptar que sí, pues no pueden negar que está en el entendimiento de todos un tanto de duda de si en realidad existe Dios, pues es lo más incomprobable que puede haber y bien se sabe que para ustedes y todos los demás es un concepto tan incomprensible como su falta de sentido común, además nuestra emotividad ciega e inevitable mortalidad nos motiva a tener fe en esa creencia sin prueba alguna de su existencia, por lo tanto, tienen que admitir al menos que esto sólo se cumple para el entendimiento. Es, por ende, un pensamiento verdadero sólo para el entendimiento lo que hemos dicho.
3.- Pero, si nos atreviéramos junto a ustedes a decir que hay algo pensable y abrumadoramente más falso que su Dios en la realidad, por ejemplo, los dioses y universos concebidos por las mitologías y religiones con las que no concuerdan, así como los dioses concebidos por los filósofos y los universos concebidos históricamente por la ciencia, entonces estaríamos pensando, otra vez gracias al entendimiento, que Dios no es ese ser del cual nada más falso puede ser pensado.
4.- ¡Acuérdense muy bien!, aceptamos como verdadero lo que habíamos mencionado sobre Dios, aunque sólo en el entendimiento, pero resalta inmediatamente por el anterior punto que estaríamos contradiciendo lo que se había aceptado, sería falso entonces lo que concluimos en el anterior punto, pues hicimos la suposición, de nuevo mediante el entendimiento, que había algo pensable muchísimo más falso en la realidad que su Dios, por lo tanto, tanto en el entendimiento como en la realidad, lo que hemos dicho sobre Dios es verdad.
5.- Y si lo que hemos dicho sobre Dios es verdad para el entendimiento como para la realidad, entonces Dios es lo más falso que puede haber, y siendo la falsedad más absoluta que puede haber, entonces no existe.
¿Quién tiene la razón, tú, “San Anselmo de Canterbury”, o yo, “Don Genaro de Hermosillo”[1]? Yo digo que ambos tenemos y no tenemos algo de razón. La tenemos, porque a partir de que consideramos la primera premisa verdadera mediante nuestro mismo andamiaje lógico, no se le puede considerar falsa con el mismo tipo de consideraciones lógicas. No la tenemos, porque no podemos concebir que algo lógicamente verdadero sea también algo realmente verdadero, para ello tenemos que recurrir a confrontar nuestras especulaciones teóricas con los datos que nos brinden los sentidos. Para afirmar que Dios existe o no, juzgo yo que habríamos que explicar muy bien lo que entendemos por Dios y luego procesar lo que percibimos gracias a nuestra sensibilidad para ver si se refuta o no lo que concebimos por Dios. Para mí, decir y supuestamente probar por vías racionales si Dios existe o no es lo de menos, lo más importante es primero qué queremos decir cuando decimos “Dios”.
¡San Anselmo de Canterbury y secuaces de él, sean de ayer, hoy o siempre! Démosle el lugar que se merecen tanto la razón como los sentidos. Seamos humildes y sigamos ciertos consejos del admirable Kant: los sentidos no tienen razón sin la razón y la razón no tiene sentido sin los sentidos.
[1] El apodo no es por afanes de grandeza, ¡Dios me libre de la inservible soberbia!, es que había que ponerse al tú por tú no con Anselmo, sino con “San Anselmo de Canterbury”, entonces, como yo no soy ningún santo, ¡vaya que no!, y porque tengo mis buenos añitos y nací en Hermosillo, me apodé humorísticamente para este combate filosófico: “Don Genaro de Hermosillo”.
Kant (Los progresos de la Metafísica, FCE): "Si el concepto de un ser necesario fuese posible según su realidad objetiva, esto es, según la determinación del objeto de ésta, entonces sería como si se dijese: un ser necesario existe necesariamente [tautología; no habría una comprobación, sino una definición]. [Veamos un ejemplito de lo anterior] La necesidad de presuponer algo para hacerse comprensible un objeto, e.g. [exempli gratia] de la materia porque sin ella tampoco el espacio sería objeto de la percepción, es tenida por la necesidad objetiva y es aquí realitas phaenomenon [realidad en el aparecer, en el percibir gracias a lo que se entiende como materia]
ResponderEliminar[He aquí lo problemático del argumento ontológico] Tomar el concepto por la cosa [la idea de un ser absolutamente necesario] y el nombre de una cosa [Dios] por el concepto".
¡Cuánta herejía!, no puedo dejar pasar de largo este festín...XD...
EliminarEn efecto, Hipostasiar conceptos es lo que hace el argumento ontológico y nada más...(ya que andamos con sarcasmos) es como si yo inventara una nueva disciplina, llamada circuadralogía, en la cual prestaré mis servicios a responder todo sobre el circulo cuadrado, que si puedo pensar conceptualmente, debe existir...¿o no?
Ahora le toca a Schopenhauer:
"Que la teología, para entrar en la filosofía, dominio que es extraño a ella, pero que codicia, haya tenido que recurrir a tales argumentos, previene grandemente contra sus pretensiones. Pero ¡ah! ¡La profética sabiduría de Aristóteles! Jamás se le pasó por la mente la prueba ontológica; y como si presintiese la farsa escolástica, hundiendo su mirada en la noche de los tiempos que habían de seguirle, atájeles en su camino, demostrando concienzudamente en el capítulo 7 del 2° libro Analyticorum posteriorum, que la definición de una cosa y la prueba de su existencia son dos materias distintas y que nunca deben confundirse, pues por la primera de ellas investigamos lo que una cosa pueda ser, y por la otra, si esta cosa existe; y, como un oráculo del porvenir, expresa esta sentencia:
(esse autem nullius rei essentia est, quandoquidem ens non est genus; la existencia no forma parte de la esencia: el ser de las cosas no pertenece a su existir)."